había una vez un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques llamado Aventurilla, donde vivía un niño de 10 años llamado Tino. Tino era conocido en todo el pueblo por su insaciable curiosidad y amor por la aventura. Siempre llevaba consigo su sombrero de explorador, una lupa y, por supuesto, a su gato Copo.